A pesar de que la moda y los videojuegos parecen no tener nada en común, las grandes marcas han encontrado un nicho de negocio en ellos. No hablamos los de los juegos como tal sino de los gamers. Personas que dedican su tiempo de ocio e incluso su vida profesional a jugar a videojuegos. Los gamers son para algunas marcas el objetivo.
Marcas como Adidas, Puma o Nike buscan a la nueva estrella de su publicidad en este sector. Ya en 2018 el valor del mercado de los videojuegos generaba beneficios de más de un billón. Las grandes marcas se han lanzado a sacarle rentanbilidad y ya en 2019, Tyler Blevins, conocido como Ninja, se convirtió en el primer jugador profesional de videojuegos en diseñar sus propias zapatilla con Adidas.
Hace escasos años los jugadores profesionales eran reconocidos por sus fans más fieles pero eso ha cambiado radicalmente y ya no son simples gamers sino super estrellas que atraen a millones a jugar. Esto ha hecho que las marcas peleen por patrocinar a jugadores, eventos y luchen por el dominio del merchandising. La forma de desarrollar este negocio es muy similar al deportivo.
Puma presentó un calcetín diseñado específicamente para jugadores que cuestan alrededor de los 120 euros y que pretende ayudar a los jugadores a “adaptarse a los diferentes modos de juego activos”, según un comunicado de Puma. En julio, K-Swiss lanzó un zapato dirigido a los jugadores, hecho para que los usuarios los pateen sin usar sus manos.
El objetivo de este sector del retail es la funcionalidad, la identidad y la capacidad de venta. Se busca que guste tanto al gamer por su utilidad pero también por el diseño, se busca que el dueño de las zapatillas u otro producto pueda diferenciarse entre la gente y gamers.